sábado, 29 de marzo de 2008

Oda al cigarro

Quien escucha la canción del amor olvidado fuma mientras las palabras gotean sobre su alma.

Fuman también el corazón roto y la impaciencia.

La amrgura y la dicha se fuman, y luego se esfuman.

Sublimes cigarrillos, simbólicas municiones de cinismo y sufrimiento, de inocencia perdida.

Se termina un cigarrillo y corre la cuenta regresiva: la espera indefinida por el próximo.

Humeantes y desesperadas manecillas, deseo inevitable y maldito...

Y después viene el alivio:

el momento intenso, intrascendente; ese suicidio lento y delicioso que todo lo cura.

El humo que baila, el sabor que quema, y la provocación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial!

Irekus dijo...

dios!
es...
impresionante!
lo has escrito tu?
que artista!!!!