miércoles, 17 de enero de 2007

Función por encima de (y como) forma

En el diseño de caulquier cosa se toman en cuenta dos elementos: función y forma. La función es la utilidad que va a tener dicho objeto, es decir, la necesidad que va a satisfacer. La forma es el valor estético del objeto, su belleza. En algunos casos se le da más importancia a una que a la otra.

Un objeto bello puede tener la sola función de ser bello; ahi se está tratando a la forma como función. Pero, ¿puede cumplirse lo inverso? (que la función por sí sola produzca forma). Yo pienso que sí.

Lo vemos mucho en ingeniería electrónica: uno diseña un circuito y debe ocuparse de acomodar cada componente electrónico de la manera más eficiente posible sobre la tablilla, o sea, de la manera que facilite más su funcionamiento. Cuando uno termina, accidentalmente emerge una forma, pues la disposición de los componentes produce un efecto visual característico. Si bien el resultado visual no es producto de un esfuerzo conciente por crear algo que resulte visualmente atractivo, al final el objeto de todos modos resulta con una forma determinada, lo cual nos hace preguntar: ¿Cuál es el significado de esta forma? y ¿Retiene algún valor estético?

Cuando un objeto es creado con el ideal de función por encima de forma en mente (como un circuito electrónico en una tablilla, el cual no importa si se ve bonito o no) su forma es un reflejo directo de su función. Entonces la forma, evaluada en función de su valor estético, puede considerarse en una de estas dos maneras: como una forma que resultó por accidente y que por sí sola es bella ó como una forma asociada con la belleza del funcionamiento mismo del objeto (o sea, ultimadamente, todo el esfuerzo intelectual humano y la elegancia de las ideas invertidas en la creación del objeto).

En conclusión la función puede considerarse una forma estética ideal que tiene su representación material en el impacto visual de los objetos creados con "función por encima de forma" en mente.

Si le interesó lea sobre la bauhaus y arquitectura moderna (funcional), le va a encantar (si no por su valor conceptual, entonces por su estética; lo bauhaus es, en una palabra, hermoso).

domingo, 14 de enero de 2007

Hola

El saludo puede parecer de lo más cotidiano, pero a mi me tiene tremendamente entretenido. Yo me pregunto ¿Cuál es el significado de saludar? El saludo, en escencia, es el anuncio de nuestra presencia y existencia, e implica necesariamente a un interlocutor que lo asimile. Es básicamente como decir "¡Hey! ¡Mírame, aquí estoy! ¡Y tú tambien, WOW! =D ". Es precisamente ese fanfarroneo de la propia existencia y esa alegría de ser notado lo que tanto me divierte (no sé, es que retiene una inocencia muy bonita, muy alegre e infantil).

Existen en una amplia variedad, pero el más impregnado de ese espíritu de conexión y calidéz humana que tanto yo adoro es aquél en el que se levanta un brazo y se sacude la mano, ya sea en un movimiento controlado de izquierda a derecha o escandalosamente y sin un sentido definido. Por su pantomima atrevida es, definitivamente, el que mejor expresa la alegría humana de saber que yo estoy aquí y tú tambien y todo está muy bien en este preciso momento.

El saludo, pienso yo, debería ser más frecuente e indiscriminado; sería terapéutico de vez en cuando ser recordado de que uno no está solo en este frío y estúpido mundo. Sí sí, las personas que se conocen ya se saludan todo el tiempo pero yo estoy hablando de una revolución en el saludo, un nuevo saludo que uno pueda practicar con cualquier persona en cualquier momento con el solo propósito de cosquillear su humanidad. La naturaleza actual del saludo sirve para esto, la revolución más bien debe darse en la selectividad con la que lo utilizamos: "No te conozco, no te saludo. Te privo de mi reconocimiento." (qué amargado y antisocial).

En algun momento de mi vida me imaginé dirigiendo un movimiento para promover el saludo, algo como "¡Salude a alguien hoy, haga un amigo!". Yo repartiría volantes y panfletos a peatones en calles y centros comerciales:

- "'¡Hola! ¿Cómo le va?"
- "¿Qué?"
- "¡Lo estoy saludando, tenga un panfleto!"
- "¿Qué?"

En mis panfletos explicaría los beneficios psicológicos y de salud inherentes al saludo y refutaría toda esa propaganda anti-saludo de revistas médicas que pretenden convencernos de que es poco saludable tanto contacto físico entre las personas - "Lo que ellos quieren es separar a la humanidad, Johnson." - diría, dirigiéndome al conductor del programa de TV - "¡Quieren volvernos unos neuróticos antisociales! ¡JAJAJAJAJAJAJA!" - y Johnson reiría conmigo y me daría un firme apretón de manos (en otras palabras, me saludaría) en signo de simpatía.

Pronto, como es de esperarse, el movimiento atraería la atención de los medios y esto naturalmente resultaría en un deseo colectivo de participación. ¡La gente se saludaría constantemente! Al principio todo progresaría maravillosamente claro, las personas dejarían de ser tan cohibidas entre ellas, completos extraños entablarían conversaciones profundas e interesantes, la generalidad de la gente se sentiría más a gusto con ella misma y con los demás. Al menos hasta llegar al punto crítico, el punto en el que el movimiento se volvería más bien una epidemia de saludos, una peste. La sociedad se empezaría a dar cuenta de que es realmente impráctico estar saludando a cuanto mentecato se le para a uno en frente, sería una pérdida de tiempo tremenda, ¡Una distracción constante con resultados devastadores en la producción de las cosas más básicas! Los campesinos pasarían el tiempo charlando entre ellos en lugar de plantar y cosechar, los abogados, maestros, banqueros, todos charlando y saludando en lugar de hacer su trabajo, ¡Imagine las implicaciones de tal pérdida de eficiencia! ¡Caos, caos en toda la sociedad!. Al final la gente se daría cuenta de esto (cuando ya hayan habido guerras y ejecuciones, claro) y todos harían un regreso gradual a sus amargas y cotidianas vidas antisociales. Por eso mejor nunca hago nada.

Para finalizar esto tengo que decir que amo la palabra "Hola". Esas cuatro letras juntas en ese orden particular adquieren una brevedad de inocencia casi infantil muy enternecedora. El otro día un niño pequeño, muy pequeñito y chiquitito, levantó la mirada para voltear a verme y mientras sus dos ojos enormes veían a los míos me dirigió la palabra... - Hola - me dijo en la más cautivadora inocencia. Mi corazón se estremeció y por un momento quise llorar, pero me contuve y le respondí - Hola. El momento resultó demasiado intenso para mi endeble constitución emocional, miré en todas direcciones y procedí a efectuar el gracioso escape con la elegancia que pudiera quedarme. Esta ha sido una de las conversaciones más profundas que he tenido en mi vida - dijo Oscar apuntando al techo con el dedo índice mientras sacudía la misma mano indicando un énfasis exagerado, produciéndo así un efecto de incertidumbre en el lector: ¿Está Oscar solo bromeando o en realidad se lo tomó muy en serio?

viernes, 12 de enero de 2007

"Esque"

Hoy noté en particular el uso que se le da a la unión de las palabras "Es" y "que" (en ese orden) en frases de naturaleza pretextual como "Es que no traía dinero" o excusatoria como "Es que las mariposas no me gustan para tema de decoración". El "esque" se ha utilizado hasta el cansancio, tanto así que para el escuchador casual ya suena como una sola palabra. La costumbre (al menos en mi caso) ha vuelto del "esque" un monomio de significado intuitivo, como de introducción para pretexto (como ya mencioné) y sin embargo su significado, pienso yo, es en realidad mucho más profundo que eso:

"Es que" nos quiere decir, con mucha elegancia, que algo es de la manera que es, y no de otra que no es. Para una más profunda comprensión de lo que intento expresar lea los siguentes dos ennunciados como aquí se le indica: lea el primer ennunciado en voz alta como lo haría normalmente, luego lea el segundo enunciado (tambié en voz alta) pronunciando la palabra "Es" con especial énfasis, haciendo una pausa breve después de la misma para luego leer el resto del ennunciado en la más relajada naturalidad:

1) "Es que la suma algebráica de dos números negativos cualesquiera resulta en otro número negativo."

Ahora note la diferencia al leer el segundo ennunciado como se le indicó:

2) "ES... que la suma algebráica de dos números negativos cualesquiera resulta en otro número negativo."

O sea (el "o sea" merece una atención parecida pero probablemente nunca escribiré algo al respecto) que el "esque" en el segundo ennunciado significa realmente algo como:

"La realidad conocida es tal que la suma algebráica de dos números negativos cualesquiera resulta en otro número negativo."

Lo escrito en negritas equivale al "es" en el "esque" pues "es" se refiere a lo que ES y no a lo que no es, o sea aquello que consideramos como verdad o realidad. Y el "que" equivale obviamente al "que" en el "esque"

Cabe mencionar que el "esque" del primer ennunciado "suena" más como si dijeramos:

"Perdone usted, pero
la suma algebráica de dos números negativos cualesquiera resulta en otro número negativo."

El efecto es difícil de replicar con palabras diferentes pero en escencia ese es el significado que adquiere comunmente y sigo pensando que es un mal uso el que se le da a las palabras "Es que" cuando se usan como introducción de excusa o pretexto porque "Disculpe usted, pero" difícilmente puede ser visto como sinónimo de "Es que", mientras que "La realidad conocida es tal que" se adecúa mucho mejor.

Nota: Pensé que ennunciar una obviedad con cualidades estilísticas de ley científica ayudaría a comprender la elegancia escondida del "esque", sin embargo dicha elegancia podría no limitarse al uso que se le da aquí.

Si usted observa, en realidad sí se mantiene el sentido de lo que se dice en una excusa o pretexto si se intercambia el "Es que" con "La realidad conocida es tal que", sin embargo la frase pierde su tono pretexto-excusatorio si se elige comprenderla de la manera correcta ("La realidad conocida es tal que").

Entonces, más bien, podría decirse que existen dos: el corriente y vulgar pero popular "esque" pretexto-excusatorio y el menos conocido aunque mucho, mucho más elegante "Es que".

Yo lamento mucho que el "Es que" no se pueda utilizar sin que se le confunda con su hermano apestoso que de hecho no debería existir, el cual, aunque es útil para saber cuádo sospechar de la franqueza con la que alguien dice algo, me parece una vulgaridad compulsiva que lamentablemente he escuchado a la mayoría cometer.

No diga "esque", use el "Es que".

Tengo un tanque de gasolina en la cajuela

[\ - - - NOTA:
Esta entrada en mi blog fue escrita el día 8 de enero del 2007 pero está siendo publicada a penas ahora por razones técnicas, razones técnicas y aburridas que solo retrasan lo inevitable.

El punto es: mientras lee lo siguiente (aquello que se encuentra después de la finalización de esta nota dentro de esta entrada en mi blog) imagine mi voz como la de un hombre de 52 que le habla a través de un reproductor viejo de discos de acetato para lograr un efecto de antigüedad nostálgica (debida al anacronismo en la publicación de esta entrada). Imagine tambien, si puede, el inicio de la reproducción del disco de acetato (esa estática ligera al principio de la grabación que siempre se escucha) antes de empezar a leer.

Una vez finalizado el primer párrafo puede imaginar mi voz como mejor le parezca. Algunas sugerencias son: la voz de un payaso, la voz de una mujer con acento húngaro y quizá bigote, la voz de Stalin. Cabe mencionar que ninguna de estas sugerencias es buena.
- - - FIN DE LA NOTA }"])

Son aproximadamente las 5 de la madrugada y no he podido dormir dado que he estado practicando la masturbación mental toda la noche.

La masturbación mental es un proceso en el cual el individuo (imagínese a "el individuo" siempre como el hombre más perfecto que pueda imaginarse, pero desnudo, digo, no que su desnudés sea un "pero", pero así imagíneselo porque es la forma más natural de hacerlo, digo yo) corre en círculos dentro de su propia mente, es decir, piensa recursivamente, frecuentemente quedando atrapado en un patrón mental continuo y sin sentido. La masturbación mental puede resultar en un orgasmo mental, conocido tambien como el encuentro del individuo con la solución de un problema. Esto tiene un efecto intoxicante sobre la vanidad intelectual del individuo.

No sé con exactitud qué estaba pensando cuando abandoné mi cama para ponerme a escribir en mi procesador de texto de fondo negro con letritas blancas. Recuerdo que hace a penas (aproximadamente) 5 minutos escuchaba cierta canción triste en mi nuevo reproductor de MP3 estando inconsolable debajo de una colcha San Marcos. Sí, ya recuerdo, estaba pensando en un experimento que he estado queriendo hacer desde hace tiempo. Consiste en lo siguiente:

Uno de estos días voy a dejar que se termine la gasolina de mi carro en un punto cualquiera de la carretera, en cualquier lugar que suceda y bajo cualquier circunstancia, no importa "Hey Oscar, el medidor del combustible de tu automóvil casi marca vacío ¿No piensas que es momento de que compres más combustible? Se te va agotar el combustible si no haces algo al respecto." a lo que yo responderé en la más relajada naturalidad "¿Qué? No." con un rostro sin expresión para lograr un efecto de inimportancia a cerca de todo este asunto de la falta de "com-bus-ti-ble" (siendo la palabra "combustible" aquella que idealmente utilizara la persona con la que estaría en mi carro en los momentos próximos a la terminación de la fase primera de mi experimento llamada "Agotamiento del combustible fosil!", y siendo Monqui o su hermano {cualquiera de los dos} el acompañante ideal para ese propósito en mi designio maestro).

La segunda fase de mi experimento, ahora sí el experimento en sí, o más bien el corazón del experimento, sería "El experimento propiamente dicho" y consistiría en lo siguiente:

"Prrufftuff tuff tuff prraachachacha..." haría mi automóvil y Monqui o su hermano, o cualquier persona que esté conmigo en mi carro reaccionarían en una de estas dos posibles maneras:

1.- Histéricamente: "Oye! pero cómo es posible!? eres estúpido, tonto y estúpido por no hacer las cosas como la gente normal y ponerle más gasolina a tu automóvil cuando te lo aconsejé!". Lo que quienquiera que se pusiera así no sabe es que soy un empirista en una misión y que yo no puedo trabajar con una persona histérica gritándome en el oído. Esta persona no entiende el genio de lo que estoy haciendo y por lo tanto no es el hermano de Monqui y definitivamente no es Monqui. Cabe agregar que yo no revelaría nada a cerca de mi experimento hasta la fase siguiente del mismo, así que quienquiera que se ponga histérico tiene "derecho a estar histérico" (sea lo que signifique eso) (esta incomprensión de la histeria será explicada más adelante).

o...

2.- Con la más relajada naturalidad: "Oh, se terminó la gasolina". situación preferiblemente civilizada y en la cual yo podría responder "Tengo un tanque en mi cajuela", a lo cual Monqui o su hermano respondería "Ven, vamos a ponerlo".

Entonces, si se dan las circunstancias idóneas para el experimento (o sease la situación número 2) bajaríamos del automóvil (seríamos preferiblemente solo yo y un acompañante hombre dado que los hombres somos menos propensos a ponernos histéricos y mucho más guapos que las mujeres), y procederíamos a suministrar la gasolina al automóvil.

"Espera!" exclamaría yo antes de empezar a suministrar la gasolina "que quiero hacer un experimento.". Y entonces revelaría mi designio maestro al acompañante preferiblemente masculino preferiblemente Monqui o su hermano: "Siempre he querido saber si mi carro gasta gasolina cuando está prendido, aunque no esté avanzando."... y un millón de cosas me cruzarían la mente al momento de haber dicho esto porque mi carro en efecto está en movimiento en todo momento (el planeta se mueve mucho al rededor del sol) pero por eso es que eligiría la palabra "avanzando", porque "avanzar" significa, o tiene su diferencia con "moverse" en que "avanzar" significa más bien reducir la distancia (real o metafórica) entre un punto de inicio A y un punto final B, siendo el punto A el estado indeseable y el punto B el estado deseado. Ahora, mi "carro" (ocupémonos del uso de esta palabra después) no está "prendido" porque mi "carro" no es un prendedor y no ha colgado de ninguna parte (que yo sepa) durante el período en el que ha sido mío, o sea, mientras ha sido mi carro, pero a veces odio verme pretencioso usando palabras fresas como "automóvil" o "encendido", ademas de que reduce mi sex-appeal, y presiento que en ese momento específico de mi vida me gustaría verme no muy pretencioso y un poco sexy. En cuando al uso de la palabra "carro", bueno, pienso que lo anterior lo aclara perfectamente. La pregunta es ¿porqué utilicé la palabra "avanzando" en lugar de "moviéndose"? ¿Porqué eso sí lo pensé y "carro" y "prendido" fueron producto de mi deseo de verme corriente y por lo tanto vagamente sexy?, "No lo sé" - como diría un (asumo) medio-filósofo que leí en unos foros de filosofía hace mucho tiempo - "quizá es porque así somos, complejos y contradictorios, je-je-je".

Y despues de mi profundización en el uso de mis propias palabras (razonamiento que en tiempo real duraría a penas un segundo, con un margen de error de mas-menos un segundo, o sea que podría durar dos segundos como podría tambien jamás ocurrir) retomaría mi experimento. Mi(s) acompañante(s) probablemente diría(n) algo como "De hecho sí, si está prendido se gasta gasolina aunque no avances", a lo que yo contestaría "Bueno, quiero verlo por mi mismo". Si mi acompañante me ofrece evidencia anecdótica (la cual para un empirista en realidad no es evidencia de ningun tipo) yo contestaría "Ah... bueno, eso no importa ahora, yo quiero vivirlo en carne propia." (haciendo ese uso ligeramente inapropiado de la palabra "ahora" porque me da mucha risa hacerlo).

Procedería a ponerle un poquito de gasolina a mi carro (siendo "un poquito" una cantidad que abarcaría desde el tope de la gasolina en el tanque hasta una marca que habría hecho previamente en el tanque, el cual sería un poquito transparente para dejar ver la medida previamente determinada), o quizá el hermano de Monqui o el mismo Monqui me haría el favor de ponerle la gasolina mientras yo estoy dentro del carro esperando el "Ya!" (un "Ya!" vociferado masculinamente con un seño fruncido y una boca muy abierta por el ruido que habría en la carretera) para encenderlo pero no avanzar y esperar a que se gaste la gasolina.

En este punto del experimento existen tres posibilidades:

a) Que la gasolina se gaste eventualmente.

b) Que la gasolina nunca se gaste.

c) Que suceda algo completamente bizarro e inesperado.

Yo pienso que sí se va a acabar la gasolina porque me imagino que el motor funciona (o sea, los pistones [o como se llame realmente la parte que da vueltas] dan vueltas) aunque no avance el automovil porque:

i) La radio funciona solo cuando el motor está encendido, y pienso que la electricidad que propele a la radio proviene de un generador integrado a la parte que da vueltas del pistón.

ii) Cuando el carro está prendido se oye un sonido continuo y repetitivo, como de algo que se mueve en círculos o da vueltas, lo cual indica que se está realizando algun tipo de trabajo lo cual definitivamente requiere de una fuente de energía (MUY probablemente la gasolina).

iii) Toda la evidencia teórica y anecdótica parece indicar que sí se acaba la gasolina si el carro está prendido aunque no avance.

El resultado de hecho me parece aburridamente obvio, sin embargo el experimento en realidad tiene más enfoques de los que al principio es evidente que tiene. No solo intento averiguar si la gasolina se agota con el automóvil encendido aunque el mismo no avance, no, este experimento es tambien parte de otro más grande y complejo. Estoy midiendo la reacción de las personas ante situaciones inesperadas y desesperantes. ¿Porqué? es que (a parte de que me da mucha risa) pienso que lo desagradable de una situación es directamente proporcional a lo diferente que sea de la situación previa (aunque existen excepciones, como las situaciones que son muy diferentes pero mucho "mejores" que la situación previa. La naturaleza de las "mejoras" is yet to be determined.). Pienso esto porque he notado que, aunque una situación desagradable en realidad tenga una solución extremadamente simple, la gente tiende a desmoronarse totalmente, como si nunca fuera a tener solución, como cuando una herida sangra escandalosamente pero en realidad es muy pequeña. Por eso ultimamente trato de solidificar mi inmunidad contra esta escandalización de los problemas pequeños pero repentinos y a la vez intento encontrar al hombre de acero que haya amaestrado ya el arte del metalismo (léase "inmunidad emocional") contra la presentación repentina de problemas, el hombre que no desespera cuando la gasolina se le termina en la mitad de la carretera porque sabe que es tan sencillo como pedir ayuda o en su defecto empujar el carro hasta la gasolinera más cercana o pedir un ride y regresar más tarde con la gasolina. Claro que pedir ride o ayuda constituyen cierto riesgo, pero el hombre de acero sería fuerte y tendría la "calle" (entiéndase "street-smarts" o "experiencia callejera") para saber manejar cualquier situación, porque por eso sería el hombre de acero y no un ratón miedoso.

Pienso que Monqui (o su hermano, dadas las similitudes genéticas) presentan características que los vuelven hombres de acero en potencia y digo "en potencia" porque pienso que todavía son muy jóvenes para asumir su realidad metálica. Yo no soy ningun hombre de acero, debo admitir, sin embargo quisiera tender a eso, aunque no sé si soy capaz de tal hazaña.

El vicio del hombre de acero es la completa apatía, la insensibilidad; si el hombre de acero permite que su inmunidad se fortalezca de más, al final todo puede resultar en una oxidación de sus coyunturas, convirtiéndose este en un montículo inflexible y aburrido de metal oxidado y sin vida. Pocos son quienes aprecian un hombre oxidado, pero los hay, no se preocupe, los hay. He conocido hombres oxidados a lo largo de mi vida y tienen cierto atractivo oscuro: por lo general son extremadamente callados y discretos, muy reservados en sus movimientos y acciones pero muy severos en sus convicciones, esto los vuelve misteriosos y les otroga un encanto extraño que yo no puedo categorizar.

Uno puede llegar a pensar incluso que si existe el hombre de acero deben haber hombres de otros metales, o incluso elementos, pero uno podría equivocarse en sus especulaciones. Afortunadamente este no es el caso hoy. El hombre dorado, el hombre de oro, es una abominación, es la cúspide de la belleza física e intelectual, un logro de la casualidad genética y de la crianza eficaz... Pero este dinosaurio está cansado y ya se quiere dormir, y la verdad a mi tambien me está dando sueño. Pensemos en el hombre dorado como en un sueño, mastúrbese su mente pensando en él en una esperanza risible de obtener un orgasmo, quiero ver cuando lo intenta.

Nunca sé cómo terminar estas cebras. ¿Son cebras porque las líneas de texto blanco sobre el fondo negro se asemejan al patrón en la piel de una cebra? Al menos una actitud inquisitiva conserva parte del misterio. En mi discreto escribir, donde se piensa que no hay sentido, existe siempre al menos un significado escondido.

Introducción

Hola. Yo soy Oscar Mier y este es mi blog.

No pienso que sea necesaria una introducción.